El nombre “Andrés” (del griego andreia, hombría o valor), como otros nombres griegos, parece haber sido común entre los judíos del segundo o tercer siglo a. C.
San Andrés, el Apóstol, hijo de Jonás, o Juan (Mateo 16,17; Juan 1,42), nació en Betsaida de Galilea (Jn. 1,44). Fue el hermano de Simón Pedro (Mt. 10,2; Jn. 1,40). Ambos fueron pescadores (Mt. 4,18; Marcos, 1,16), y al comienzo de la vida pública de Nuestro Señor ocuparon la misma casa en Cafarnaúm (Mc. 1,21.29).
Por el cuarto Evangelio aprendemos que Andrés fue discípulo del Bautista, cuyo testimonio condujo a Andrés y a Juan a Jesús (Jn. 1,35-40). Andrés inmediatamente reconoció a Jesús como el Mesías, y se apresuró a presentárselo a su hermano, Pedro, (Jn. 1,41). Desde entonces los dos hermanos fueron discípulos de Cristo. En otra ocasión, antes del llamado final al apostolado, fueron llamados a una compañía más cercana, y luego dejaron todo para seguir a Jesús (Lucas 5,11; Mt. 4,19-20; Mc. 1,17-18).
Finalmente, Andrés fue elegido para ser uno de los Doce; y en las varias listas de los Apóstoles dadas en el Nuevo Testamento (Mt. 10,2-4; Mc. 3,16-19; Lc. 6,14-16; Hechos 1,13) siempre aparece entre los primeros cuatro. La única otra referencia explícita a él en los Sinópticos aparece en Mc. 13,3, donde se nos dice que se unió con Pedro, Santiago y Juan en la formulación de la pregunta que llevó a Nuestro Señor a dar su gran discurso escatológico. Además de esta exigua información, aprendemos del cuarto Evangelio que en ocasión de la milagrosa alimentación de los cinco mil, fue Andrés quien dijo: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces: pero ¿qué es eso para tantos?” (Jn, 6,8-9); y cuando, unos pocos días antes de la muerte de Nuestro Señor, algunos griegos le preguntaron a Felipe si ellos podrían ver a Jesús, Felipe le refirió el asunto a Andrés como a quien tiene gran autoridad, y luego ambos se lo anunciaron a Cristo (Jn. 12,20-22). Como sucede con la mayoría de los Doce, Andrés no es nombrado en el libro de los Hechos, a excepción de las listas de los Apóstoles, donde el orden de los cuatro primeros es Pedro, Juan, Santiago y Andrés; tampoco hay mención alguna de Andrés en las Epístolas ni en el Apocalipsis.
Por lo que conocemos de los Apóstoles en general podemos, claro está, completar un poco estos escasos detalles. Como uno de los Doce, Andrés fue admitido a una cercana familiaridad con Nuestro Señor durante su vida pública; estuvo presente en la Última Cena; vio al Señor resucitado; fue testigo de la Ascensión del Señor; compartió las gracias y dones del primer Pentecostés, y ayudó, entre amenazas y persecuciones, a establecer la fe en Palestina.