VIGILIA PASCUAL

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         De un modo peculiar, debido a las circunstancias, hemos vivido y participado de las celebraciones del Triduo Pascual, como todos los años hemos celebrado los acontecimientos que sobre Jesús de Nazaret afirmamos en el credo: “Fue crucificado, muerto (Viernes Santo) y sepultado (Sábado Santo)” Pero nos falta el tercer momento de este triduo: “Al tercer día resucitó según las Escrituras”, es lo que celebramos en esta noche gloriosa de la Pascua. En esta noche proclamamos solemnemente la Resurrección gozosa del Señor en el pregón solemne de la Pascua, es el canto gozoso, alegre, de la Iglesia que proclama la Resurrección del Señor, es el acontecimiento que consuma el Misterio Pascual, el acontecimiento hacia el que tienden estos días de pasión y muerte de Jesús, sin la Resurrección no tendría sentido la pasión y muerte de Jesús, no tendría sentido nuestra misma fe, así nos lo dice san Pablo en 1 Cor. 15, 14: “…si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe”… Por eso nos reunimos esta noche (aunque está reunión no pueda ser este año en la presencia física) en la celebración del acontecimiento central de nuestra fe: La resurrección del crucificado

Por tanto, la celebración de esta noche es la más importante del año, con una estructura bien definida: Comienza con la bendición del fuego y el encendido del cirio pascual, es la luz nueva de Cristo resucitado, la luz que vence a la tiniebla, el cirio será el signo de la presencia de Cristo resucitado, a lo largo de los cincuenta días de la Pascua, en las celebraciones de los bautizos para significar que el recién bautizado queda incorporado al Misterio Pascual de Jesucristo, también se encenderá en los funerales para hacer ver que el que se incorpora con su muerte a la muerte de Jesucristo, que también incorporado a la Gloria de la Resurrección.

A continuación, viene la proclamación gozosa del pregón pascual donde la Iglesia exultando de gozo proclama la gloria de esta noche santa, es la noche de la victoria de Cristo sobre la muerte:

“Ésta es la noche

en que, rotas las cadenas de la muerte,

Cristo asciende victorioso del abismo.

¿De qué nos serviría haber nacido

si no hubiéramos sido rescatados?”

La noche, donde llega a plenitud, el Misterio que comenzó en Nazaret con la Encarnación gozosa de la Palabra en el seno de María:

“¡Que noche tan dichosa

en que se une el cielo con la tierra,

lo humano y lo divino!”.

         A continuación, viene la proclamación de la Palabra de Dios, en esta noche hay siete lecturas del antiguo testamento, una de san Pablo y el evangelio y esta proclamación la podemos dividir en tres partes: a) Creación e historia de la salvación; b) anuncios proféticos del futuro glorioso; c) cumplimiento de las Escrituras en Cristo.

         La segunda parte de la celebración es la liturgia bautismal, esta noche es la noche bautismal por excelencia. En la Iglesia antigua la Cuaresma era el tiempo de preparación inmediata para el bautismo que se celebraba esta noche, es la noche apropiada para celebrar los bautismos que pudiera haber en la parroquia. Esta liturgia bautismal comienza hoy con las letanías de los santos, la renovación de las promesas del bautismo, la bendición del agua nueva y la aspersión de los fieles con el agua nueva y así renuevan su bautismo y el compromiso que ello implica.

         A continuación, continúa la Eucaristía a partir de las preces y el ofertorio.

         En esta celebración nos incorporamos al triunfo de Cristo en su resurrección, renovamos nuestro bautismo y, por tanto, nuestro compromiso de vivir como auténticos discípulos del Maestro alimentándonos en la mesa de la Palabra y en la mesa de la Eucaristía y entregando nuestra vida a los demás, especialmente a los que más lo necesiten para cumplir lo que nos dice el último concilio: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón.”

         También hay que hacer notar que esta Semana Santa ha sido un tanto extraña, no hemos podido participar en los actos. Hemos vivido así nuestro particular Getsemaní, nuestro Viernes Santo donde hemos vivido con dolor y en primera persona, la cruz de Jesús, no nos cabía en la cabeza vivir una Semana Santa así, pero también somos conscientes de que esta noche aunque sea en la intimidad de nuestros hogares celebramos también la Resurrección de Jesús y esto nos lleva a la Esperanza, los que en esta noche resucitamos con Cristo estamos seguros de nuestra propia pasión de estos días finalizará y entonces podremos con gozo manifestar en público nuestra acción de gracias a Dios. Por tanto, amigos y con permiso del Señor Resucitado querría terminar con aquella canción de Diego Torres:

Saber que se puede querer que se pueda

Quitarse los miedos sacarlos afuera

Pintarse la cara color esperanza

Tentar al futuro con el corazón.

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